martes, 10 de marzo de 2009

PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO

(Lucas 10, 30-37)

30 Jesús respondió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó entre ladrones, que le robaron todo lo que llevaba, le hirieron gravemente y se fueron dejándolo medio muerto. 31 Un sacerdote bajaba por aquel camino; al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. 32 Igualmente un levita, que pasaba por allí, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. 33 Pero llegó un samaritano, que iba de viaje, y, al verlo, se compadeció de él; 34 se acercó, le vendó las heridas, echando en ellas aceite y vino; lo montó en su cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. 35 Al día siguiente sacó unos dineros y se los dio al posadero, diciendo: Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta. 36 ¿Quién de los tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?». 37 Y él contestó: «El que se compadeció de él». Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».








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