martes, 10 de marzo de 2009

EL HIJO PRÓDIGO

(Lucas 15, 11-32)

11 Y continuó: «Un hombre tenía dos hijos. 12 Y el menor dijo a su padre: Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde. Y el padre les repartió la herencia. 13 A los pocos días el hijo menor reunió todo lo suyo, se fue a un país lejano y allí gastó toda su fortuna llevando una mala vida. 14 Cuando se lo había gastado todo, sobrevino una gran hambre en aquella comarca y comenzó a padecer necesidad. 15 Se fue a servir a casa de un hombre del país, que le mandó a sus tierras a guardar cerdos.

16 Tenía ganas de llenar su estómago con las algarrobas que comían los cerdos, y nadie se las daba. 17 Entonces, reflexionando, dijo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18 Volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo: tenme como a uno de tus jornaleros.

20 Se puso en camino y fue a casa de su padre. Cuando aún estaba lejos, su padre lo vio y, conmovido, fue corriendo, se echó al cuello de su hijo y lo cubrió de besos. 21 El hijo comenzó a decir:

Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo. 22 Pero el padre dijo a sus criados: Sacad inmediatamente el traje mejor y ponédselo; poned un anillo en su mano y sandalias en sus pies. 23 Traed el ternero cebado, matadlo y celebremos un banquete, 24 porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido encontrado.

Y se pusieron todos a festejarlo.

25 El hijo mayor estaba en el campo y, al volver y acercarse a la casa, oyó la música y los bailes. 26 Llamó a uno de los criados y le preguntó qué significaba aquello. 27 Y éste le contestó: Que ha vuelto tu hermano, y tu padre ha matado el ternero cebado porque lo ha recobrado sano. 28 Él se enfadó y no quiso entrar. Su padre salió y se puso a convencerlo. 29 Él contestó a su padre: Hace ya tantos años que te sirvo sin desobedecer jamás tus órdenes, y nunca me has dado ni un cabrito para celebrar una fiesta con mis amigos. 30 ¡Ahora llega ese hijo tuyo, que se ha gastado toda su fortuna con malas mujeres, y tú le matas el ternero cebado! 31 El padre le respondió: ¡Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo! 32 En cambio, tu hermano, que estaba muerto, ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado. Convenía celebrar una fiesta y alegrarse».









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